La Mansión de los Ryddle
Los aldeanos de Pequeño
Hangleton seguían llamándola «la Mansión de los Ryddle» aunque hacía ya muchos
años que los Ryddle no vivían en ella. Erigida sobre una colina que dominaba
la aldea, tenía cegadas con tablas algunas ventanas, al tejado le faltaban tejas
y la hiedra se extendía a sus anchas por la fachada. En otro tiempo había sido
una mansión hermosa y, con diferencia, el edificio más señorial y de mayor
tamaño en un radio de varios kilómetros, pero ahora estaba abandonada y
ruinosa, y nadie vivía en ella.
En Pequeño Hangleton todos
coincidían en que la vieja mansión era siniestra. Medio siglo antes había
ocurrido en ella algo extraño y horrible, algo de lo que todavía gustaban
hablar los habitantes de la aldea cuando los temas de chismorreo se agotaban.
Habían relatado tantas veces la historia y le habían añadido tantas cosas, que
nadie estaba ya muy seguro de cuál era la verdad. Todas las versiones, no
obstante, comenzaban en el mismo punto: cincuenta años antes, en el amanecer de
una soleada mañana de verano, cuando la Mansión de los Ryddle aún conservaba su
imponente apariencia, la criada había entrado en la sala y había hallado
muertos a los tres Ryddle.
La mujer había bajado
corriendo y gritando por la colina hasta llegar a la aldea, despertando a
todos los que había podido.
—¡Están allí echados con
los ojos muy abiertos! ¡Están fríos como el hielo! ¡Y llevan todavía la ropa de
la cena!
Llamaron a la policía, y
toda la aldea se convirtió en un hervidero de curiosidad, de espanto y de
emoción mal disimulada. Nadie hizo el menor esfuerzo en fingir que le apenaba
la muerte de los Ryddle, porque nadie los quería. El señor y la señora Ryddle
eran ricos, esnobs y groseros, aunque no tanto como Tom, su hijo ya crecido.
Los aldeanos se preguntaban por la identidad del asesino, porque era evidente
que tres personas que gozan, aparentemente, de buena salud no se mueren la
misma noche de muerte natural.
El Ahorcado, que
era como se llamaba la taberna de la aldea, hizo su agosto aquella noche, ya que
todo el mundo acudió para comentar el triple asesinato. Para ello habían dejado
el calor de sus hogares, pero se vieron recompensados con la llegada de la
cocinera de los Ryddle, que entró en la taberna con un golpe de efecto y
anunció a la concurrencia, repentinamente callada, que acababan de arrestar a
un hombre llamado Frank Bryce.
seño donde están las preguntas, y que es lo que hay que hacer no lo entiendo, soy paula de 4ºB.
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