Nueva actividad (voluntaria): tenemos que meternos en la piel de dos míticos personajes de la literatura española: Don Juan y Doña Inés de la popular obra de José Zorrilla,
Don Juan Tenorio.
- Entre tres, tenéis que escenificar el fragmento que aparece más abajo (parte I, acto IV, escena III, ), grabarlo y entregárme la grabación a través de un lápiz de memoria.
- La grabación puede ser en casa o en un recinto público.
- Podéis usar algo de vestuario, algún objeto, música... para crear ambiente; de hecho, se valorará positivamente.
- Tenéis la opción de leerlo o aprenderlo de memoria. En ese caso, la nota será mucho mayor.
- Fecha de entrega: VIERNES 29 DE NOVIEMBRE.
- Calificación máxima: 0,4 sobre 10 (texto leído)/1 punto sobre 10 (texto memorizado).
Argumento de la obra:
Don Juan Tenorio realiza una vil apuesta con don Luís Mejía que consiste en conquistar en un tiempo récord a una ingenua novicia y también a la novia de su enemigo José Mejía.
Don Juan Tenorio logra cumplir sus objetivos: engaña a la novia de su rival y rapta del convento a la noble muchacha doña Inés de apenas diecisiete años. Pero sucede un hecho increíble: don Juan se enamora perdidamente de la ingenua Inés y decide pedir su mano a su padre, don Gonzalo de Ulloa, para casarse.
Don Gonzalo de Ulloa y don José Mejía van enfurecidos a la casa del seductor don Juan Tenorio para encararle su vil conducta al engañar a las dos ingenuas muchachas. Don Juan Tenorio se enfrenta a los iracundos caballeros, logrando matar a los dos.
El mujeriego don Juan huye despavorido, abandonando a doña Inés, quien muere de pena. A su regreso, después de muchos años, don Juan Tenorio, se encuentra con un panteón en lo que antes había sido su hogar, allí se encuentran enterrados sus victimas y su adorada Inés.
Don Juan Tenorio completamente arrepentido pide perdón. Cuando las almas de sus antiguas víctimas estaban a punto de llevárselo al infierno, apareció en ese instante el espectro de doña Inés, impidiendo que se lo lleven y salvando su alma.
Escena III
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Dichas y DON JUAN.
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DON JUAN |
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DOÑA INÉS |
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DON JUAN |
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BRÍGIDA |
Señor,
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sabiendo ya el accidente | |
del fuego, estará impaciente | |
por su hija el Comendador. | |
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DON JUAN |
¡El fuego! ¡Ah! No os dé cuidado | |
por don Gonzalo, que ya | 250 |
dormir tranquilo le hará | |
el mensaje que le he enviado. | |
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DOÑA INÉS |
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DON JUAN |
Que os hallabais
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bajo mi amparo segura, | |
y el aura del campo pura | 255 |
libre por fin respirabais. | |
(Vase BRÍGIDA.)
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Cálmate, pues, vida mía; | |
reposa aquí, y un momento | |
olvida de tu convento | |
la triste cárcel sombría. | 260 |
¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor, | |
que en esta apartada orilla | |
más pura la luna brilla | |
y se respira mejor? | |
Esta aura que vaga llena | 265 |
de los sencillos olores | |
de las campesinas flores | |
que brota esa orilla amena; | |
esa agua limpia y serena | |
que atraviesa sin temor | 270 |
la barca del pescador | |
que espera cantando el día, | |
¿no es cierto, paloma mía, | |
que están respirando amor? | |
Esa armonía que el viento | 275 |
recoge entre esos millares | |
de floridos olivares, | |
que agita con manso aliento, | |
ese dulcísimo acento | |
con que trina el ruiseñor | 280 |
de sus copas morador | |
llamando al cercano día, | |
¿no es verdad, gacela mía, | |
que están respirando amor? | |
Y estas palabras que están | 285 |
filtrando insensiblemente | |
tu corazón, ya pendiente | |
de los labios de don Juan, | |
y cuyas ideas van | |
inflamando en su interior | 290 |
un fuego germinador | |
no encendido todavía, | |
¿no es verdad, estrella mía, | |
que están respirando amor? | |
Y esas dos líquidas perlas | 295 |
que se desprenden tranquilas | |
de tus radiantes pupilas | |
convidándome a beberlas, | |
evaporarse a no verlas | |
de sí mismas al calor, | 300 |
y ese encendido color | |
que en tu semblante no había, | |
¿no es verdad, hermosa mía, | |
que están respirando amor? | |
¡Oh! sí, bellísima Inés, | 305 |
espejo y luz de mis ojos; | |
escucharme sin enojos | |
como lo haces, amor es; | |
mira aquí a tus plantas, pues, | |
todo el altivo rigor | 310 |
de este corazón traidor | |
que rendirse no creía, | |
adorando, vida mía, | |
la esclavitud de tu amor. | |
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DOÑA INÉS |
Callad, por Dios, ¡oh don Juan!, | 315 |
que no podré resistir | |
mucho tiempo sin morir | |
tan nunca sentido afán. | |
¡Ah! Callad, por compasión, | |
que oyéndoos me parece | 320 |
que mi cerebro enloquece | |
y se arde mi corazón. | |
¡Ah! Me habéis dado a beber | |
un filtro infernal sin duda, | |
que a rendiros os ayuda | 325 |
la virtud de la mujer. | |
Tal vez poseéis, don Juan, | |
un misterioso amuleto, | |
que a vos me atrae en secreto | |
como irresistible imán. | 330 |
Tal vez Satán puso en vos | |
su vista fascinadora, | |
su palabra seductora | |
y el amor que negó a Dios. | |
¿Y qué he de hacer, ¡ay de mí!, | 335 |
sino caer en vuestros brazos, | |
si el corazón en pedazos | |
me vais robando de aquí? | |
No, don Juan; en poder mío | |
resistirte no está ya; | 340 |
yo voy a ti, como va | |
sorbido al mar ese río. | |
Tu presencia me enajena, | |
tus palabras me alucinan, | |
y tus ojos me fascinan, | 345 |
y tu aliento me envenena. | |
¡Don Juan! ¡Don Juan! Yo lo imploro | |
de tu hidalga compasión: | |
o arráncame el corazón, | |
o ámame, porque te adoro. |
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Ánimo, a ver si en un futuro veo a alguno/a recogiendo un Goya.
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